botes y muelles

Crujen los lamentos de los botes
amarrados a los muelles de sal,
solitarios lobos marinos, abandonados
por sus capitanes a la suerte
de los rayos del sol,
a los níveos abrazos de la luna.

Escuchan como cantan las sirenas
quienes convocan a las olas que vienen y van,
las que chocan sin misericordia una y otra vez
contra los pilotes de los vetustos muelles,
las que rompen poco a poco sus dañados
grilletes que los obliga a quedarse en puerto.

Escucha como conversan entre ellos
cuando se mecen bajo el murmullo submarino,
parecen ballenas timoneadas por hombres
y se quejan al unísono de las cuerdas que los obliga
y no les deja zarpar para vencer la fuerza del mar.

Son animales nacidos para oleajes feroces,
sus chillidos metálicos, sus retorcidos gritos
provenientes de sus maltratados aparejos,
sus amarillentas velas recogidas y enrolladas,
son brumas quejumbrosas de su vida marina
y no cesan de añorar la aventura en alta mar.

Mientras apacientan como vacas
llenándose sus cascos del pasto verde marino,
orinan sin cesar por cada costado de las naves,
devolviéndole a Neptuno el salado líquido
que quiere arrastrarlos al fondo arenoso
donde reina el silencioso cementerio del diablo marino.

Sus proas se hunden, suben, bajan monótonamente
engañando la virtual línea que se dibuja en el horizonte,
y sus desconchadas narices pintadas de blanco
se mojan hasta que se pudran por el azul turquesa del mar.

original de janos65

Comentarios

Entradas populares