Hombre desnudo
De pie, sin piel ni cubierta sobre tu ser
ni disfraz de lobo ni manto de oveja,
menos concha del lento caracol.
Tu rostro impávido mirándolo todo y a todos,
mostrándote como viniste, ¿acaso es que te vas?
Curioso saco de pelos, enigmático rostro perplejo,
pensativo y gélido gesto, acertijo de tu último invierno.
¡Eres el hombre desnudo!
¡Escultura sin vergüenza!
¡Ya no interesa el recato!
Te muestras; enseñas sin decoro lo que eres.
Tus miserias colgando, y en tus rizos, ensortijados cabellos
hay ideas oscuras. No las veo, sólo intuyo tu inmediato destino.
Eres muda sombra en el cuarto, aunque hay luz en tus ojos
miras con fuego a tus sorprendidos e incautos gatos,
todos pequeños mininos, inocencia en sus alas de polilla
dirigiéndose sin remedio a la luz cegadora.
¿Vas allí también? ¿Y si es así? Por qué me lo anuncias,
mostrándote desnudo, es qué no piensas llevarte algo.
Al menos guárdate tu lengua, la buena, la del buen verbo.
Podrías tomar un pequeño saco de yute y anudarlo,
conteniendo dentro tus tareas y obras inconclusas,
también tus extravagantes genialidades ocultas.
Hombre desnudo, por qué has venido a mi sueño.
Sin permiso has entrando en mi patio onírico
a decirme algo sin palabra sonora, sin señales en tu rostro.
Por qué callas tus desquiciadas locuras, tus hermosas facetas.
Por qué quieres largarte y dejar en mí depositada esta pena.
No te marches antes sin vestir una de mis más sencillas prendas.
Nada lujosa, aún menos ostentosa pero valiosa para mi alma,
una de protector color naranja que no cuesta una moneda.
Abrígate en tu paso al otro mundo con la piel de mi mano
y guíate con la antorcha que te ofrezco en la oscura cueva
sigue unido a mí en las ondas que transmiten mi verbo,
una vívida oración que aliviará tus mortales penas.
Hombre desnudo, por qué me has elegido a mí
para ser tu albacea, para ser heredero de tu testamento.
¡Al menos déjame sobre mis labios tus ideas oscuras!
¡Hombre desnudo! Si es una señal mostrarte sin pena
es porque eres ya una estrella negra de letra muerta.
original de janos65
ni disfraz de lobo ni manto de oveja,
menos concha del lento caracol.
Tu rostro impávido mirándolo todo y a todos,
mostrándote como viniste, ¿acaso es que te vas?
Curioso saco de pelos, enigmático rostro perplejo,
pensativo y gélido gesto, acertijo de tu último invierno.
¡Eres el hombre desnudo!
¡Escultura sin vergüenza!
¡Ya no interesa el recato!
Te muestras; enseñas sin decoro lo que eres.
Tus miserias colgando, y en tus rizos, ensortijados cabellos
hay ideas oscuras. No las veo, sólo intuyo tu inmediato destino.
Eres muda sombra en el cuarto, aunque hay luz en tus ojos
miras con fuego a tus sorprendidos e incautos gatos,
todos pequeños mininos, inocencia en sus alas de polilla
dirigiéndose sin remedio a la luz cegadora.
¿Vas allí también? ¿Y si es así? Por qué me lo anuncias,
mostrándote desnudo, es qué no piensas llevarte algo.
Al menos guárdate tu lengua, la buena, la del buen verbo.
Podrías tomar un pequeño saco de yute y anudarlo,
conteniendo dentro tus tareas y obras inconclusas,
también tus extravagantes genialidades ocultas.
Hombre desnudo, por qué has venido a mi sueño.
Sin permiso has entrando en mi patio onírico
a decirme algo sin palabra sonora, sin señales en tu rostro.
Por qué callas tus desquiciadas locuras, tus hermosas facetas.
Por qué quieres largarte y dejar en mí depositada esta pena.
No te marches antes sin vestir una de mis más sencillas prendas.
Nada lujosa, aún menos ostentosa pero valiosa para mi alma,
una de protector color naranja que no cuesta una moneda.
Abrígate en tu paso al otro mundo con la piel de mi mano
y guíate con la antorcha que te ofrezco en la oscura cueva
sigue unido a mí en las ondas que transmiten mi verbo,
una vívida oración que aliviará tus mortales penas.
Hombre desnudo, por qué me has elegido a mí
para ser tu albacea, para ser heredero de tu testamento.
¡Al menos déjame sobre mis labios tus ideas oscuras!
¡Hombre desnudo! Si es una señal mostrarte sin pena
es porque eres ya una estrella negra de letra muerta.
original de janos65
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