Lonchera

Fría mañana abraza mis ojos,
el estómago truena,
es hora de ir a la escuela.
Brama el hambre,
el desayuno no está listo
pero al colegio vamos cinco:
Raúl, Rafael, Natacha y Alejandrito,
mis hermanos, yo y mis libros,
pero no llevo para el recreo
golosinas, pancito, jugo, ni lonchera.

Cajitas de metal con figuras repujadas,
héroes de acción cargados de emoción,
¡onomatopeyas!, ¡explosión!, todo a full color
y dentro de ellas comidita acomodada
pero yo al colegio nunca recuerdo haber llevado nada.

Mientras, otros niños con sus loncheras se deleitaban,
las abrían, y como si fueran chisteras hasta conejitos sacaban.
Mis ojos hambrientos con ansiedad se alimentaban
queriendo tener en mis manos pan con mermelada,
jugo de naranja, natilla y con suerte una malteada.

¡Pero no!, éramos cinco y las loncheras no contaban,
muchos hermanos para tanto circo.
De lunes a viernes, sonaba un timbre a las diez de la mañana,
al recreo nos llamaban,
ya en el patio había una señora que coreaba:
-¡Pastelitos!, ¡refrescos!, ¡tortas!-, sólo un medio costaban
pero en mi bolsillo ni medio botón roto encontraba.

Así de lunes a vienes mi estómago se estrujaba.
Finalizó el sexto grado, ni lonchera ni mesada
vi pasar durante toda la primaria.
Jamás pude calmar a mis papilas gustativas
con el sabor del dulce, chocolate, galletas amieladas,
un helado, refresco para la garganta,
¡porque de beber nunca nada!
Ni lonchera, ni mesada.

original de Juan Csernath

Comentarios

zeus1937 ha dicho que…
Son cinco los chamos
Cada cual con sus intereses
los viejos ya no contamos.....
Anónimo ha dicho que…
fuimos, ya no somos, nunca se dieron cuenta...

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