¿Por qué las libélulas no se estrellan contra la frágil película de agua?

Volaron las palabras de mi cabeza
Mi cabeza ya no es mi escaparate de ambición
No hay una canción en mi lengua
No hay recuerdos ni una sola emoción
Hay un no sé qué con olor almizclado en el espacio
donde el cerebro debería flotar suavemente
Donde debería navegar junto a un millón de ojos
Donde debería estar fascinado con un millón de letras
Donde debería haber olfateado un millón de aromas
Donde debería haber estado un millón de cosas por las cuales sonreír
Donde debería estar guardado el verdadero amor
Donde debería estar protegido el corazón
Donde debería estar guardada la maravillosa primera vez
Donde debería estar vigilado el pequeño gran terror
Donde debería estar erigido el faro nocturno de observación
y no perderse el por qué las libélulas no se estrellan contra el duro espejo de agua

Volaron de mi cabeza todos los sonidos
El cráneo enmudeció
El silencio se tiñó con negras sombras;
una alfombra que lo iba cubriéndolo todo
El sol de los párpados iba cayendo con la vida,
lentamente la noche se abría paso dentro de la cueva
Los acentos se pudrían y caían formando estalagmitas de apatía

El cráneo se partió en dos mitades perfectas
Rodaron los conocimientos y se mezclaron en el suelo
Lo confuso se hizo aún más incompresible
El rompecabezas del aprendizaje se hizo una tarea imposible

Donde debería haber un cerebro existía un inmenso vacío
Donde debería haber un coro de voces solo se escuchaban reproches y castigos
Donde deberían haber risas infantiles solo habían sollozos y remilgos
Donde debería haber estampas de buenos juegos solo había una mirada reprimida
Donde debería estar activo el faro nocturno de los sueños
solo quedaban ruinas de una atalaya vacía
Pero todavía quedaban esperanzas en el extraviado cerebro
de no perderse el por qué las libélulas no se estrellan contra la frágil película de agua

Juan Csernath
22.nov.2012

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