Cosas del apellido

Una voz llama a través del hilo telefónico. Son miles de kilómetros, pero parece que es en el departamento contiguo desde donde hablan. Y todo comienza con: - No llamo para molestarle pero no defienda a los que no son los suyos,- pero lo son de sangre, pienso ¿sino, entonces qué son?

La voz a miles de kilómetros dice serenamente,- Serán gérmenes, serán bacterias, serán un virus al que llaman familia. No. Es un virus que llaman apellido. Problemas de apellidos: los del padre y los de la madre. Se pensaría de entrada, como un hecho cierto, que serían dos apellidos, como usualmente se firma. Pero son cuatro. Verá, le explico. Los de ambos padres, que a su vez tenían dos; uno que conservan y otro que pierden, es decir, suma un tercero, el de cada uno. Son seis. Es mejor detenerse allí, porque sino el malabarismo de letras y sílabas sería mayor, muy difícil de mantener tantas tipografías en el aire. Me va entendiendo usted.

Y la voz sigue explicando, mientras del otro lado del teléfono se escucha como quien se balancea en una mecedora,- Lo que pasa es que las letras de los apellidos, los más recientes, están cayendo de la marquesina. Los bombillos se funden. No hay quien los cambie. Uno que otro produce un corto. Un chisporroteo peligroso, de vez en cuando salta un bombillo, estallando, hecho trizas entre bolas de humo y un corrientazo azul. No hay reparo para esas explosiones. Quién recoge los vidrios después de lanzar la piedra a la casa de cristal. Quién.

Y la voz sigue en su monólogo,- Pero dentro de los bombillos, lucecitas que destellan como anuncio de hostal de carretera. Es como la última opción de la noche, o te detienes o no hay otro lugar donde descansar en 5.000 Kms. Va comprendiendo, tiene que hacerlo, es su deber de sangre, tiene que sufrirlo.

La voz hace una pausa, respira hondamente, y prosigue…- Ese hostal tiene una recepción y se llama bienvenidos al enredo, me entiende usted. Imagínese que le pido que se hospede allí una noche y le solicito que ponga su firma en un libro, nada de nombres de pila, apellidos, lo que vale son los apellidos. Por favor, asiente los dos en la hoja de huéspedes, si tiene tres, le damos un descuento por noche. Si tiene cuatro, le regalamos dos noches, y si ostenta seis, entonces es un prócer de la independencia, quienes además usaban como tres nombres de pila con sus respectivos e interminables apellidos, y títulos. Pero ese no es su caso, y de eso carecemos hoy en día, así que firme,- y firmo en el aire con una palabra gruesa. La voz prosigue, sólo permite esa interrupción de mi parte, - ponga sólo sus dos apellidos, que con eso basta para pasar la noche. Eso sí, espere en el hall de las mesas rotas, del cableado en mal estado, de las paredes derruidas. Siéntese en el sofá de los ácaros, hágale compañía un rato. Converse con ellos, son bichos buena gente, quienes además necesitan alimentarse, y los apellidos tienen mucha piel muerta para darles. Siéntase a sus anchas, total también es su casa. Póngase cómodo, primero un apellido y luego el otro. No encienda la lámpara que también hace corto, problemas de cableado. Cuarenta años con los mismos no es un trinar de dedos y ya, se arregló todo. Eso mismo pasa con los apellidos, ¡Un tris! y ya, noooo, no, no. Lo que pasa es que son unos cientos, tal vez miles de metros de historias, de conexiones, pero sobre todo de corto circuitos entre un apellido y otro. Y es que aquí siempre se conectaban el positivo y el negativo en el mismo punto. ¡Pum! ¡Vaya catástrofe! Pero como le decía espéreme que yo ya voy-. Adónde irá, pensaba, si está del otro lado del teléfono. -La mecedora es mía, porque antes de dormir tiene que escuchar mil problemas, es que hay muchos: Los de infancia, esos nunca se van. Siempre están por allí jugando, armando tremenduras, esos son los más marcados, esos no los cura nadie, ni el psiquiatra más pintado los desvanece. Luego los de la adolescencia, pero en el intermedio está el historial colegial. Es que estudiar no es difícil. Lo difícil es con quien se estudia. Mucha gente maluca. Mucho muchachito coño e´madre. Así son los niños, ¡crueles!. La adolescencia es otro capítulo: los rechazos, los populares, los suertudos, los simpáticos, los talentosos, los que no se meten con nadie, los envidiosos, los cizañeros, los chismosos; en fin, una lista de interminables y variadas cualidades que afectan tanto. ¡Sí!, al apellido, porque todo eso que se queda en la psique, que no es psique, es el apellido -, y dice esta última frase con solemnida, en un largo susurro, para acentuarla, para que se me quede en la psique. - Esas letras guardan todo. Son como un pen drive, pero con una memoria sin límite. Allí se depositan todos esos años. Las cosas buenas y las cosas malas. Los buenos momentos, los terribles. Los presentes, los de la vida adulta.Pero es que siempre, cuando hay problemas de apellido, salen las cosas malas, por qué será. Y usted dirá. Yo aquí en esta mecedora de madera blanquita, con tejido de palma, que hago yo aquí todavía si usted lo que quiere es descansar. Y es que para eso le llamé desde tan lejos, para que no lo haga. Porque hay un problema y es usted. No entiende que tiene que asumir los problemas del apellido, vivirlos, sufrirlos, mantenerlos, hacerlos crecer. Alimentarlos con fuego interno. Un poquito de cizaña, un tantito de rabia, una pizca de drama ¡No ve, es así! Es lo que pasa con los apellidos. Tienen historia, mala o buena. La mala es la que cuenta, esa, de esa es la que se habla. La buena no interesa, para que tantas cosas rosas y bonitas anécdotas. Con problemas hay para un rollo así de inmenso, vea, ¡grande! Un gato haría fiesta con ese ovillo de calamidades. Pero no se preocupe, que hoy usted pega el ojo, seguro, duerma tranquilo, porque yo le llamaba para descargar en usted mis problemas, los de mi apellido, que son los suyos, aunque no los quiera, y si hace falta, inventamos un problemita con características propias para que se lo lleve, porque aquí los apellidos no mueren se transmutan en eternos problemas.


Clic. Tu,tu,tu,tu,tu,tu,tu,tu,tu……………………………………………………………………………………………………….


original de Janos65

Comentarios

David ha dicho que…
Pareciera que parte de nuestro destino se encuentra impreso en el apellido. Este es como la sombra, nos sigue a todos lados y además nos da el carácter con el cual afrontamos la vida...
Excelente relato!
Taye ha dicho que…
Los apellidos.... los apellidos.... unos mas comunes que otros claro está, pero sin importar eso, su historia o procedencia nos persiguen con las vivencias de otros las entendamos o no.


Buena Juanchi!

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