truenos, maldiciones y lluvia

De aquellos días quedan surcos en las mejillas.

Días de sol y lluvia en los ojos.

Días de alegría y tristezas en las almas,

almas tristes, siempre coloreadas de gris, con nubes blancas

flotando sobre el conjunto de sueños rotos.

El clima bajo el techo del hogar: siempre un trueno.

Una tormenta presta a desatarse cuando menos se esperaba,

el viento huracanado bajaba acompañado con docenas de gritos.

Eran gruesas gotas de sangre cayendo sobre el tejado de nuestras cabezas;

ellos del tiempo no entendían nada, nada les importaba,

sus nubes de tormenta, sus aguaceros torrenciales de problemas

eran tarea importante en la gesta insensata.

Mientras, pequeños muñecos rubios eran arrastrados por un río de torpezas.

De aquellos días quedan las huellas, las cicatrices que no se ven,

las que están marcadas en el alma, las que supuran todavía

pero que a sus ojos parecen cerradas,

del pasado no recuerdan nada de nada.

De aquellos días donde el espacio era amplio y promisorio.

Un jardín verde con flores tintas, una sala blanca, grades dormitorios

pero en la parte alta de la torre había un calabozo azul

donde se formaban las nubes grises, relámpagos rojos en los ojos

y desde las alturas un viento de ira lo arrasaba todo.

Recital de lágrimas y maldiciones desataban la gran tempestad

que arrastraban a cinco juguetes con sus niños a la calle de las angustias,

para ellos cinco figurines que soportaban truenos, maldiciones y lluvia.



original de janos65 – juan csernath

Comentarios

vanessa csernath ha dicho que…
me gusta que cuando uno lo lee vas imaginando todo me encanta, solo los buenos escritores logran eso

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