Nunca te olvides de mí

Cuando vueles sin ángeles de protección.

Cuando llores por mí sobre tumbas sin nombres.

Cuando quieras comer mis eternos labios rosas.

Cuando tus manos mueran de frío y se rompan,

piénsame entonces y recuérdame sobre ti.

Piénsame niño, piénsame un sueño de alas.

Piénsame como un lecho de blancas y negras plumas.

Colócate sobre tu acantilado, abre tu pasado y lánzate.

Lánzate sobre piedras filosas y fallece mil veces,

pero nunca, nunca, nunca te olvides de mí,

aunque el sol deje de brillar y llore lágrimas de cenizas negras,

¡nunca!, ¡nunca te olvides de mí!



Cuando en sueños vuelvas a ser la añorada niña,

siéntate en la calle de ladrillos, amarra una cinta a tu negro cabello,

haz un lazo con mis dedos, desgarra con un grito tu juvenil pecho,

deja escapar un alarido de sangre y recuerda mi dulce nombre

y piérdete en los túneles de tus desesperos.

En las calles de las culpas compartidas y monstruosos remordimientos,

pero nunca, ¡nunca te olvides de mí!



Soy la campana que suena en tu cabeza como una gota en tu frente.

El que está escrito en tus venas, el que barre de tu lengua nombres sin historias.

El que viaja como un virus directo a tu corazón y detiene tu vida.

El que se adhiere a tus huesos como un rojo músculo.

El que roe tus huesos como un can hambriento.

El que enferma tus noches y tus solitarios momentos.

Soy el fantasma que se lamenta en tu desván.

Soy el niño que llora todas las culpas juntas.

Soy el espectro que arrastra las pesadas cadenas de los dos.

El que renace al amanecer para morir contigo cada día.

El que te espera en la lápida del mausoleo familiar.

El que no tiene una palabra de alivio que escuchar.

El que se convierte en rosa roja para alfombrar tu piso.

El que escribe letras pequeñas y sueños inmensos.



Cuando decidas dar el salto al vacío sin fin.

Cuando el piso sea tan duro como tu realidad.

Cuando tus cuencas expulsen tus ojos del mundo terrenal.

Cuando tu belleza sea un elegante capullo blanco.

Cuando tu vida se abra en dos y deje escapar la verdad,

¡nunca!, ¡nunca te olvides de mí!



Cuando el océano te trague y llene tus pulmones.

Cuando tu cuerpo sea carnada de peces.

Cuando tu belleza sea lar de gusanos.

Cuando tu bello nombre sea parte del viento

y te pierdas en las montañas sin sufridos corazones,

¡nunca!, ¡nunca te olvides de mí!

Y aunque muera primero, y aunque te vayas sin mí,

y aunque la distancia sea la sentencia vil,

¡nunca!, ¡nunca te olvides de mí!



original de janos65 – juan csernath

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