Una mañana de Dylan

Que mañana tan fría para tomarse una foto. Además la calle estaba mojada, empapada es la palabra. Sí, la toma fotográfica era en exteriores. Había llovido toda la noche y parecía que los adoquines de la calle absorbieron toda el agua. Los observaba y me parecían como esponjas para lavar losa, pero el agua aún estaba empozada sobre ellos y corría todavía hacia la canal que conduce al desagüe, así que borré esa tonta idea.

Los árboles eran grises, de verdad que sí. No tenían ni una hoja, así que caí en cuenta que era otoño, aunque el otoño sa había instalado hace un tanto ya. La calle no se diferenciaba de la acera, salvo por el brazo de cemento que corría paralelo entra la ésta y la calzada. Era como un diminuto muro de Berlín, sólo que este sí lo podías pasar levantando sin esfuerzo un pie y, si había guardias fronterizos, serían unos cientos de hormigas, pero que en estos momentos no estaban debido a los generosos charcos y el frío.

De verdad que era una mañana muy fría para tomarse una foto. No había un alma en la calle ¡Pero por Dios!, por qué no toman esa buena foto de una vez ¡Ah!, con razón el sentido del humor de esta pobre gente. Quién puede estar alegre con semejante clima. Debo decirles que visto un chaquetón negro con un cinturón que lo ajusta a mi cintura, de verdad no luce para nada masculino, pero es la moda. Además calzo unas botas negras ajustadísimas que llegan justo debajo de las rodillas. A una chica le lucirían mejor, pero es que soy así, un artista folk, tendencia que he dejado y ahora toco más rock. Cómo voy a lucir como cualquier chiquillo de clase media. Mi cabello se eleva como un hongo nuclear, crece y crece, tiene un volumen amado por los peluqueros, porque los barberos no me atienden. Son demasiados masculinos u hombres, así se catalogan. Cuando me ven sueltan, -- Aquí sólo atendemos hombres, no vio el cartelito – Y me quedo sombrío, serio, muy serio, mirando al viejo barbero de cabello descuidado y me digo para mis archivos, -- Mejor que ni toque un cabello. Cómo alguien que se hace llamar barbero luce tan descuidado como perro callejero –
Así que abandono mis errantes pensamientos, y en ese instante veo una piedra rodar junto a mi bota. La había lanzado el fotógrafo y que para que me concentrara en el momento. Allí me vino un nombre, un título, y grité para mis adentros un intento de inspiración. Seguía viendo la piedrecita –¡Es como un canto rodado! --, me dije. Y me lo guardé.

Regresé a la mañana congelada, que estaba allí conmigo, posando también, abrazada a mí por ese aire tan frío. Era un día realmente deprimido como la temperatura de la estación de turno y en eso un chuiquillo, que sale como un perro espantado de un callejón oscuro, de la nada, como otro canto rodado de la vida, me grita a todo pulmón… -- ¡Hey Dylan! -- …

En ese momento toman la foto y en mi rostro se refleja el sombrío tiempo de la mañana, de una década donde todo debió haber cambiado y no cambió casi nada- El mundo sigue siendo el mundo, y el único que sonríe es el fotógrafo que sentencia, -- ¡La tenemos! Vámonos a dormir… –

Original de janos65

Comentarios

zeus1937 ha dicho que…
Ha mejorado tu página....sigue asi !!

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