Tres abandonos, una declinación y dos ovejas trasquiladas
El gigante está de pie en el
medio de la sala
Arrojando puños los brazos
ahora son muñones
Las voces son balas que destrozan
huesos
Son uñas que desgarran la
piel
A cincuenta metros de
distancia hay un castillo
Una ventana,
una cortina muy delgada
una niña en camisón
No tiene corona de princesa
pero está dibujada en el
cuento que nadie lee
El gigante está de pie
arrojando aceite desde la garganta
El piso está resbaloso pero
no cae
El gran hermano se viste de
armadura pero no resiste la fuerza destructora
Se ha marchado de casa, tras
él, dos más siguen su ejemplo
Solo quedan el último y el
del medio
sentados sobre un frío
suelo, el tablero de los juegos
Encerrados tras la rejas
pasan cosas extrañas
Situaciones bizarras,
llamados desesperados
La flama del hogar hace
tanto se apagó
No hay fuego al final de la
tarde
Ni luna de plata asomada en
las ventanas
El gigante se ha marchado
dejando tras de sí, su obra y sus destrozos
Tres abandonos, una
declinación a ser esperanza
y dos ovejas trasquiladas
A la distancia hay un
castillo de ladrillos
Una ventana con fina cortina
Estampa con piel hermosa y
delicada
Enciende una llama en los
sueños
Puede haber, a pesar de los
malos sucesos, un beso y un mañana
Alguien leerá el cuento dónde
ella está dibujada
No hay corona ni princesas,
solo lágrimas de plata,
ruta de espinas, lobos y
balas
Tres abandonos, una
declinación a ser esperanza
y dos ovejas trasquiladas
Juan
Csernath
26 junio
2012
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