Otra mañana


Otra mañana

Nos levantamos y los pies cuelgan en el aire.
El cuarto oscuro es como alas de murciélago,
no hay aleteo, solo una respiración entrecortada.
La lengua de aire trae aroma de café y se lleva un sueño con lo que ya es nada.
Los pies se posan en las tablas frías, teclas sueltas de las madrugadas
y los ojos pesan, piedras en los músculos, el lunes llama al trabajo.
Nos arrastramos al baño, llevamos el cuerpo sin mucho ánimo
y lo observamos desde la cama, aupándolo para que traiga el pan.
El agua corre por la piel, telarañas transparente que lo cubren todo,
se llevan los malos sueños de la noche al desagüe, a la boca negra del suelo.
El día cuelga en el cielo y un ojo amarillo apenas calienta el traje.
Pasa el autobús repleto de personas, apretadas como sardinas.
El olor a fritanga sale por las ventanas, por los poros de los seres matutinos.
El autobús se larga y los ojos corren detrás de sus ruedas
pero las piernas no hacen el menor esfuerzo en alcanzarlas.
Los ojos se han largado y ahora solo queda oscuridad,
apenas son las siete de la mañana, el domingo quiere regresar a la cama.
Los ojos están aplastados en el asfalto y un gato se los lleva,
ya no hay razón para salir a ganarse el pan , el alma no ve colores,
el cerebro no recibe órdenes y los pies vuelven a colgar de la cama.

 Juan Csernath

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