El sin sentido de nuestro encuentro


Dos pesados portones de huesos impiden tu salida.
Dos grandes muñones de acero entorpecen tu paso ligero,
pero en sueños saltas a otro plano y escapas sonriente a mi encuentro.
Pasas de la mazmorra al sinsentido de la esperanza.
Muestras con alegría dos lunas en el cielo.
Yo te pido que las cubras,
son sagradas,
son tus hijas
no las abandones
¡Corre!
¡Corre!
Corre antes que el portón de hueso selle la salida.
Va arrastrando los muñones luego de andar vagabundeando todo un día
vendiendo colores sin brillo y sin semillas.
Sé que al caer la noche veré tus lunas sobre mi cabeza,
que el portón de huesos no impedirá que saltes
de tu realidad al sinsentido de nuestro encuentro.
Solo falta el aliento, el calor de los cuerpos.
El tacto es real pero el tiempo es engaño.
Al fenecer el sueño tú correrás hacia tu mazmorra,
yo me sentaré en el limbo del sinsentido de nuestro encuentro
y aguardaré hasta una próxima noche,
sé que tus ojos te llevarán lejos.

Reencontrarnos como dos soles,
como dos lunas,
como una imagen en el espejo
donde lo que está al revés
en realidad está al derecho,
y antes que el vagabundo rompa con una piedra
el paño bruñido de plata y fuego,
corre,
corre
y esconde de él las dos lunas sagradas
que flotan en el sin sentido de nuestro encuentro.

Juan Csernath
20.marzo.2013

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