A los cinco


Era un viento que soplaba a ras del suelo
se presentaba en juegos de madera
se divertía con los papeles vacíos
regándolos,
pegándolos
contra los rostros inexpresivos de los muñecos
la soledad habitaba en una habitación
demasiado grande para un niño de cinco

El ojo pegado al granito escudriñaba la fuga de sueños sin foco
La atmósfera de polvo que flotaba sobre el suelo
era la capa del diminuto universo
La hormiga que venía hacia el rostro era el monstruo y el compañero
La bolita de papel era la canica de la imaginación
en una habitación demasiada vacía para un niño de cinco

La mejilla siempre se fusionaba con el susurro del suelo
Los dedos galopaban y levantaban mudos juegos
En papeles vacíos veía como el sol se movía en el cielo
Al llegar la noche alguien con pala lo recogía
le indicaba con el índice el camino hacia el baño
luego de escurrir sus gotas sin compañía
en pijama se metía hasta el otro día
El gallo anunciaría en breve otras 24 horas para explorar su inhabitada fantasía

A veces para ese infante era mejor cultivar su mentesi compañía
sin los seres que crecieron con la ley de fuego y cuero
o bajo los oscuros decretos de un infame ogro

El aprendizaje sobre las cosas provenía del ensayo y error
Si a la tierna edad la soledad no es la mejor amiga para el futuro de una vida
pero así ocurre en muchas tiernas vidas
en casas donde los afectos son ríos de venas frías,
los gritos tormentas de todos los días
y la soledad el mejor escape para afrontar la inocente realidad

Juan Csernath
26.03.2013

Comentarios

Entradas populares