Y no se mueve
Parece haber alguien husmeando en
casa
Recorriendo las paredes verticales
estriadas de mis músculos
Pintando grafitis con lemas desesperados,
gritando como un atolondrado sin
ser escuchado
Un piano triste suena al fondo,
viene desde el pecho
La luz negra se extiende sobre la
máquina del corazón
El último clac golpea seco y fuerte
al cerrarse las ventanas del alma
El viento ya no se divierte
silbando velozmente en las bolsas de los pulmones
Parece haber alguien recorriendo el
interior desconocido de mi ser
Un extraño explorador que por voz
dispara un insano estertor,
un descubridor,
un mensajero del fin
Escala aferrándose a las paredes
estriadas de los músculos
Grita con la esperanza de hallar a alguien
que lo pueda escuchar
Abrumado por la carga que lleva
encima
se marchita como un negro clavel de
hiel
Mira hacia la tenue luz de la
lámpara de la vida,
la que fenece sin anunciarse
mientras el exterior sonríe
El último clac del portón, el
pesado portón del alma
ya no cede ante la pesada sentencia,
ya no insiste en seguir avanzando
dejando la piel en las aceras de los días
Ya no se mueve de allí el mensajero
Corre como un ángel en el infierno
Corre como una gota de agua huyendo
de un incendio,
y no escapa,
y no se mueve
Tiene el hambre de un lobo en
invierno
Tiene el apetito de un león asesino
Tiene la tenacidad de un asesino
serial
y se agazapa con el mensaje del
mal,
y no se mueve
No sabe descansar, no entiende el
cambio del tiempo
No mira hacia el cielo ni conoce el
sol ni la luna,
y no se mueve
Permanece inmóvil, esperando
llevarse el cuerpo,
sin urna, sin rezo, sin lamentos,
y no se mueve
Es el último perro sobre la tumba,
pero no es el espíritu fiel que
piensas,
solo quiere recoger los huesos de
la fosa,
llenar su saco, que por eso espera,
y no se mueve
Parece haber alguien husmeando en
casa
Recorriendo las paredes verticales
estriadas de mis músculos
Pintando grafitis con lemas desesperados,
gritando como un atolondrado sin
ser escuchado,
y no se mueve
Juan
Csrernath
30
enero 2013
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