Cadávares


Como sonarán las trompetas de hueso de los cadáveres
Ésos, que siguen en procesión a la urna bailando jazz
Los que ya no son negros ni blancos,
pero cantan en la tristeza de su final

Grandes lágrimas cuelgan del cielo, ojos grises derramándose
manchando la sábana blanca del último sueño
Sonrisas eléctricas cruzan el camino hacia la tierra
Una carcajada retumba, enciende un apamate
Mil oraciones rosas se desprenden de sus ramas
Forran el suelo por donde pasan las trompetas y los cadáveres
Alguien llora su no presencia, ya no son negros ni blancos,
pero cantan con gruesa y sentida voz su calvario de tristeza

Cómo sonarán las trompetas de fuego de los cadáveres
Ésos,
los mismos,
los que fueron,
los que padecieron,
los que blandieron metales,
los que ahora cantan con gruesa y sentida voz
la penosa historia de su despedida
Borrosos ojos grises cuelgan como estalactitas
Lágrimas disfrazadas de repugnantes sonrisas, muecas eléctricas
Todos los cadáveres bailan al lento y rítmico sonido de una trompeta de hueso
los sonidos del corazón se acallaron,
solo se escucha el retumbar de una espectral carcajada
Al atardecer, sobre las lápidas, un apamate se enciende como un cerillo
con la descarga eléctrica de la última palabra gruesa
Se alejan con pasos cansados, es el fin de la visita
al camposanto por las personas que aún penan en vida

Como sonarán las trompetas de hueso de los cadáveres
Ésos, que siguen en procesión a la urna bailando jazz
Los que ya no son negros ni blancos,
pero cantan en la tristeza de su final

Juan Csernath
22.05.2012


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