Violines

Violines

Por qué los violines son tan tristes.
El blanco y negro evoca siempre al pasado.
Por qué un charco nunca está limpio y los pies quieren pisarlo.
¿Los inviernos hacen a las personas más flemáticas o menos gente?
O es la lluvia la que llora la nostalgia de las almas solitarias,
o son las casas que se hacen viejas y encadenan a las personas,
o son las casas las que atrapan almas y las convierten en siervos.
Los techos se agrietan, las goteras gobiernan, la fachada solloza
y en frente de alguna casa, tu casa o la mía, las plantas se marchitan y se queman
con la energía del cerillo implacable del tiempo,
y bajo una llovizna que no sofoca la llama que las calcina
perecen las memorias de las personas que habitan esas casas malditas.
Por qué los cristales de las ventanas parecen puñales y garras de animales.
Por qué cuándo escuchas violines tu piel se levanta con lágrimas.
Por qué el blanco y negro recuerda que todos somos abuelos.
Por qué algunas casas no dejan escapar los recuerdos y las personas.
Por qué algunos se mueren antes de morir y se van con los ya muertos.
Por qué las casas no dejan descansar a los que ya fallecieron.
Las paredes llaman y el aroma del pasado impregna los cuartos.
Las voces susurran cuando juega el viento y corre por los pasillos,
y en las noches los violines tocan llamados en nuestros sueños.

Por qué los violines son tan tristes.
Cuando suenan parecen convertir al mundo en blanco y negro.

original de janos65 – Juan csernath

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