El adiós

Hace tiempo tú decidiste el adiós
La frontera de tu piel necesitaba alambrado
el silencio marcaba el aislamiento
y la frialdad exponía parte de tu ego

Yo sigo acá pensándote, sereno
Te recuerdo blanco navegando en tus ojos verdes grises
Te vi huyendo hacia tu mundo
escapando de tu madre
liberándote de la ausencia del padre

¿Por qué regresaste, si lo tuyo era futuro?
¿por qué te anclaste en el plomo de nuestros problemas?
¿por qué no avanzaste hacia la estrella que te aguardaba?
Tanto luchaste por lo que creías y vivías
y un día, de repente, regresaste con dos viejas valijas
Derrotado
Cansado
Desorientado
Permaneciste,
te fusionaste a otro cuerpo que orbita constantemente en el pasado
Que sumerge sus pensamientos en un frasco de vinagre
Que cocina recetas retorcidas de situaciones inusuales
Pagas algo acaso, ¿karma?
Debes algo acaso, ¿deuda de tu alma?
Fuiste una saeta rubia veloz
Valiente
Ardiente
Brillante
y te estancaste en un lago que se secó
¿Por qué?
El día de la muerte del costurero algo se rompió
No sé, tus sueños tal vez no se cosieron sobre el mismo lienzo
¿y qué?

Pediste el camino
Tus zapatos se rompieron,
los abandonaste a un lado del sendero
Nadie los recogió
Nadie retomó tus sueños
Porque solo eran tuyos
Tus proyectos
Necesitarás otra vida para recomponerlos

Hace tanto decidiste el adiós
que tú ni yo tenemos recuerdos
No pasamos grandes momentos juntos
solo compartimos gritos de truenos
aun así estoy aquí esperando un llamado tuyo
para compartir un poquito de nuestra sangre
sin crispaciones ni pleitos

Una sonrisa sellará  la paz
sobre aquella decisión
de decirnos adiós sin haber crecido
ni corrido en un justo campo de juegos

Juan Csernath

16.01.2015

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